viernes, 17 de septiembre de 2010

Olor a crema industrial

Hoy me levante con ganas de escuchar los sonidos citadinos, aunque debo admitir que cada vez que me subo a un transporte público es innegable y necesario portar tu propia música, y es que ponen cada lactada, aunque no debería generalizar, existe uno que otro que aún conserva el espíritu de la música iberoamericana de los años setentas y ochentas, de hecho esa música la cambio por algunas canciones de mi biblioteca.



Es más, hacía tiempo atrás que quiero agregar a mi colección música de esa época y del estilacho que les dije, para así amanecer bien tías y tíos mode.

¿O ha caso sus tíos no se estancaron en los setentas u ochentas?, porque yo tengo algunos que sí lo hicieron, de esos que se peinan con tal sutileza que parece un arte, y una obra el peinado; ni un solo pelo fuera de su lugar, y qué decir de las gafas, oscuras o a medio tono, claro no podría faltar la crema con perfume y la casa pintada con colores chillantes, sala floral con su madera barnizada o de terciopelo rojo carmesí forrada de hule grueso, arreglos de arte abstracto, flores de plástico, televisión a bulbos sin control remoto y siempre viendo programas de aquella época; eso sí, no puede faltar el suéter a cuadros o rombos y por dentro una camisa la cual sobresale el dobles del cuello, en unos cuantos años más yo digo que así me vestiré, he iré a un café en una esquina para pedir no un café si no un vaso de leche pura y fresca, leyendo libros usados de editoriales de la mitad del siglo pasado y cuando salga de ahí que me caiga una popo de paloma pa´ rematar. Ese día será épico y lleno de sobresalientes momentos.

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